Para el caso de las mujeres, las órdenes de la cultura han estado
orientadas por pensamientos del tipo “ella es incapaz”, “ella es delicada,
necesita protección”, “ellas son para el hogar y los hijos”, “ellas no
comprenden eso tan complejo”, “no son capaces de liderar”. Pensamientos a
partir de los cuales nos ponen en lugares subordinados y dependientes de
alguien. Por eso, no es de extrañar que las prácticas publicitarias tomen los imperativos de la cultura, reproduzcan el
modo tradicional de mirarnos y nos ubiquen en los mismos espacios y roles.
Adicionalmente, la publicidad ha necesitado adaptarse a los
cambios que la cultura presenta y se convierte en un medio eficaz para
representaciones de las mujeres que, parecen distintas, pero, no son más que
otros modos de subordinación y sometimiento. Por ejemplo: “Ya no las mostremos
tanto en el hogar, pero sí como ayudante de”, “ellas son perfectas para vender
cualquier producto desnudas”, “ellas compran esto y podrían comprar aquello
si…”.
Tal como lo podemos apreciar en la gráfica, los estereotipos que
encasillan a las mujeres desde el ámbito publicitario están relacionados con
dimensiones como nuestro cuerpo, nuestras capacidades, nuestros roles y
nuestras posiciones. En cada una de estas dimensiones se proponen modelos que
“se supone” son los caminos a seguir.
La Mujer
Es ama de casa, esposa, madre, si trabaja fuera, es preferentemente o secretaria, enfermera, profesora… (Pero casi siempre
subordinada a un jefe); pero también
mujer objeto, mujer fatal, siempre inestable emocionalmente, pasiva, frívola,
tierna, sumisa, dependiente, débil, menor desarrollo intelectual…. Y, por
supuesto, siempre bella.
En publicidad, pues, suele desempeñar principalmente dos
funciones:
1.- Destinataria de ciertos productos de utilidad doméstica o de
belleza
2.- Objeto decorativo o “cebo”, objeto de deseo para vender al
hombre otro tipo de productos
Sin embargo, los tiempos
están cambiando, y también en esto. La publicidad, entonces, se vuelve más
sutil, más aparentemente “moderna” pero,
si profundizamos, comprobamos cómo se siguen manteniendo roles. Incorpora nuevos roles femeninos: las
superwoman. Esa mujer incansable que,
además de trabajar fuera de casa, lleva
el peso de la casa y del cuidado de los hijos sin la ayuda del hombre.
El Hombre
Aparece con una serie de valores igualmente estereotipados, en una serie de roles que le guste o no, la sociedad le exige asumir: es estable
emocionalmente, dinámico, agresivo, dominador, racional, valiente,
intelectualmente capaz, amante del riesgo…. Pero tampoco debe descuidar su aspecto
físico: hace unos cinco años surgió el concepto de metro-sexual, ese hombre tan
preocupado por su aspecto como se supone lo están las féminas, y, desde luego
la estrategia, premeditada o no, fue un acierto comercial y hoy ya todas as
firmas se lanzan a desarrollar productos de belleza masculina.
¿Y qué incorpora la modernidad al papel del hombre en publicidad?
La misma función de hombre objeto que es habitual en la mujer.
La Publicidad Infantil
Marca aún más, si es posible, los roles masculino/femenino. Los
niños de los anuncios son traviesos, inquietos, alborotadores, rebeldes.
Representan la irresponsabilidad y la despreocupación. Pero también son emprendedores, están llenos
de energía, confiados y seguros de si mismos; es precisamente esa vitalidad la
que disculpa muchas de sus travesuras.
Las niñas, por el contrario, son ordenadas y obedientes, aceptan las
reglas de la madre, la ayudan en el trabajo del hogar, asumen la
responsabilidad del cuidado propio e incluso de hermanos menores. … Cuando
aparecen niños y niñas, el niño suele ser protagonista. Y es en la publicidad
de juguetes donde más se radicalizan los distintos roles sexuales.
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